4 de diciembre de 2011

Hacia un cambio de liderazgo mundial


Chiste de FORGES aparecido en EL PAIS, el 7 de julio de 2011
El hecho de que una nación llegue a convertirse en líder mundial depende de muchos factores. Aparte del poder económico y militar se requiere determinación y unas estructuras políticas y diplomáticas bien engrasadas. Desde la Guerra Fría, la hegemonía de EE UU ha sido, y sigue siendo, incuestionable. Sin embargo, cada vez más analistas se preguntan: ¿por cuánto tiempo?. La crisis económica mundial está dejando en evidencia un cierto agotamiento de la economía estadounidense. Al igual que en Europa, su nivel de endeudamiento y su déficit público son demasiado elevados. El Presidente Obama ya se plantea reducir el presupuesto de defensa en 600.000 millones de dólares en doce años, con el gran impacto que esto puede tener sobre su política exterior.



Independientemente de la voluntad de influir en la escena mundial, al final un país hace la política que le permiten sus recursos, y está claro que EE UU no va a poder afrontar, como hasta ahora, los retos que se le van a presentar a medio plazo en el área de Asia y el Pacífico, prioridades actuales de su política exterior. En esa situación, le va a ser muy difícil contrarrestar la influencia y poderío creciente de China o las demandas de los países emergentes sobre su representatividad en los más importantes organismos internacionales.

Vistas así las cosas, las consecuencias de un mundo realmente “multipolar” para los europeos no son fácilmente previsibles. Con un horizonte económico incierto, un norte de África en el que el islamismo moderado gana adeptos día a día y la determinación rusa por volver a ser un actor internacional, nuestro panorama no resulta ciertamente prometedor.

La solución inicial, ante la incertidumbre que se cierne sobre occidente, pasa por olvidarse de dinámicas de suma cero o equilibrios de poder, que no son ya válidos en un mundo interdependiente y globalizado, siendo necesario fomentar una intensa e inteligente actividad política y diplomática con un mayor número de interlocutores regionales. Estableciendo así una extensa red de intereses compartidos que neutralicen la aparición de conflictos indeseados.

Lo que empieza a estar cada vez más claro es que Europa ya no podrá contar con que EE UU se involucre en las crisis que afecten al viejo mundo, y por tanto tendremos que ir pensando en los recursos necesarios en materia de defensa para poder actuar en solitario, probablemente por necesidad, ante una crisis regional. La paradoja es que no parece el momento  más idóneo para pensar en este trascendental asunto.

1 comentario:

  1. Me ha gustado mucho este articulo sobre todo, debido a que mi punto de vista es parecido al del articulo

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