19 de febrero de 2013

La próxima Gala de los premios "Goya" irá de cine

Imagen by: mconnors

Un año más, la gala de los premios "Goya" convocaba a la mayoría silenciosa a la que le gusta el cine, sus  estrellas y el “glamour” que se les supone.  Creo que no miento si digo que esa gran mayoría silenciosa se proponía pasar un buen rato ante el televisor, evadirse de los problemas y por un momento soñar con un mundo imaginario y mágico que es lo que el cine nos ofrece. Esperábamos emocionarnos con nuestros actores favoritos o alimentar el morbillo de conocer, al fin, las películas y profesionales que por su talento y buen hacer iba a premiar la Academia. Los prolegómenos ya se habían caldeado con declaraciones aquí y allá sobre la posibilidad de utilizar, una vez más, este acontecimiento como trampolín de críticas, reivindicaciones, “mostrar-el-compromiso-y-la-solidaridad-del-sector”.



Así que los de siempre se pusieron manos a la obra, desde el discurso institucional hasta las críticas abiertas a la política y gobierno actuales, pasando por los juegos de palabras, la gala fue convirtiéndose en una asamblea de instituto y fue muriendo, se hizo cansina, aburrida y alejada de lo que es el ámbito del cine. Ya no se habló del trabajo bien hecho este año, ni de los éxitos de ciertas películas, dejando con un palmo de narices a los telespectadores aficionados al séptimo arte y enfrentando, por una parte, a los que piden “leña al mono” con este gobierno y, por otra, a los que se preguntan: ¨¿Por qué no ocurrió lo mismo los años anteriores?¿estábamos bien entonces?...yo ya estaba en paro”.

La gala fue una corrala en la que muchos de los actores, por naturaleza narcisistas, jugaron al “y yo más”. “Yo estoy comprometido con el Sahara” (también con la millonaria y lucrativa industria de Hollywood), “yo con los desahuciados” (puse mi cara para vender hipotecas pero eso es publicidad), “yo patada en la boca poniendo el cadáver de mi padre encima de la mesa para denunciar lo mal que va la sanidad”, (eso si la sanidad catalana y en tiempos de Zapatero…pero lo digo ahora para que parezca que la culpa es de los que están gobernando).

Una vez más, se dieron argumentos a una parte de la población para que no quiera subvencionar el cine español ni pagar en taquilla por él, para no volver a ver la gala que debería ser de todos (de hecho todos la pagamos). Una vez más, se escamotearon comentarios a los que hicieron películas taquilleras y de éxito (“lo comercial va en contra del verdadero arte”…el de verdad, “el comprometido”), una vez más no hubo autocrítica. De nuevo una oportunidad perdida para dar a conocer nuestro buen cine, a los glamurosos artistas que nos hacen soñar y para permitirnos estar orgullosos por lo que sí somos capaces de hacer:  milagros como Blancanieves, Grupo 7 o Lo imposible.

Si repitiesen la gala hoy ya no la vería….aunque me temo que el próximo año estaré de nuevo frente al televisor convenciéndome de que ¡esta vez sí, hoy esto va a ir de cine¡



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