21 de enero de 2012

La asistencia sanitaria, una responsabilidad de todos


En las últimas décadas hemos disfrutado en España de una asistencia sanitaria envidiable, no solo por el hecho de que sea universal sino también por la calidad de los profesionales que nos atienden y por los medios de diagnóstico y tratamiento puestos a nuestro servicio. Sin embargo, esa asistencia sanitaria tiene un coste, que ha ido aumentando con los años y que ahora está en peligro de colapsar. Entre 2002 y  2009, el gasto sanitario casi se duplicó (de 38.563 millones de € pasó a 70.340). ¿De verdad tenemos un sistema sanitario el doble mejor que entonces? Creo que no, y quizás por la bonanza económica no se puso freno a algo que se nos estaba yendo de las manos.

Desgraciadamente, la cuestión se ha convertido en arma arrojadiza política y por ahí me da que no vamos a solucionar mucho. Estoy convencido de que hay varias medidas que podrían tomarse para tratar de reducir el coste de este tipo de asistencia tan vital para todos. Unas pasan por un mayor control y rigor en el gasto y otras, más difíciles de conseguir, por un cambio de actitud de todos nosotros respecto a ella. Ahí va mi propuesta:
·         Debemos acabar con los formatos actuales de los medicamentos con cargo al Estado. El doctor debería prescribir el tratamiento exacto y el paciente recibir en la farmacia lo prescrito. Si el médico cree que debemos tomar 22 pastillas, deberemos recibir 22 pastillas y no dos cajas de 20 porque no hay otro formato.

·         Se debe acabar con la práctica de que un paciente tenga que ir a consulta solo para que le firmen una receta. Hoy en día con las nuevas tecnologías esto podría controlarlo el doctor a través de Internet o correo electrónico. Podríamos dedicar así esas horas a consultas reales.

·         Buscar una segunda opinión no significa una tercera, una cuarta, etc. Todo debe tener un límite y creo que dos opiniones pagadas es más que suficiente.

·        Ir a Urgencias debe significar que requerimos un tratamiento con mucha rapidez y no: “me viene mejor ir al médico el sábado por la mañana”, “tengo fiebre y voy”, “toso y voy”, “mi cuñado médico trabaja ahí y me ve si entro por urgencias”, “me salto la lista de espera y mi sobrino me opera por urgencias”, “voy porque quiero y tengo derecho”, etc. En otros países uno solo puede ir a urgencias si su médico de cabecera se lo autoriza por teléfono o ante emergencias y casos graves.

·         El paciente no debe ser el que decida si le tiene que ver un especialista, los médicos de familia deben ser el filtro necesario para que las especialidades no se vean colapsadas y no consuman los recursos. Si el médico de familia dice que no hace falta es que no hace falta.

·         Debemos conseguir que los ciudadanos sean conscientes de lo que supone ir al médico y cuando deben ir realmente. Me da que somos demasiado demandantes de asistencia médica, sobre todo cuanto más mayores nos hacemos.

Estoy seguro que habrá otras muchas medidas antes que un recorte lineal de recursos con el que nos jugamos el sistema, o algunos de sus servicios.

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