17 de febrero de 2012

Libia abandonada a su suerte


Tras el apagón informativo que se produjo en Libia después del derrocamiento y muerte de Gadafi, esta semana nos enteramos, a través de un informe de Amnistía Internacional, que las milicias armadas que controlan el país están violando los derechos humanos y cometiendo todo tipo de abusos. Acabada la operación internacional (Unified Protector) y con el Consejo Nacional de Transición en el poder, parece que nadie quiere implicarse más. En anteriores conflictos, una fuerza de estabilización y de ayuda humanitaria solía acabar el trabajo, cooperando con el gobierno de transición para crear un orden nuevo.



Sin embargo, la experiencia demuestra que esas operaciones se alargan años, si no décadas y en la presente coyuntura lejos quedan esos tiempos, las operaciones militares son muy caras. Sin el músculo y liderazgo de EE UU, la operación amparada por la resolución 1973 de Naciones Unidas que autorizaba «todas las medidas necesarias [...] para proteger a los civiles y las zonas pobladas por civiles que estén bajo amenaza de ataque» fue un tímido guiño a la primavera árabe y al pueblo libio. Cuando acabó, todos los países respiraron de alivio y volvieron a sus problemas internos, que no son pocos ciertamente.

Mientras tanto, campa la venganza, las torturas, la detención ilegal y la expulsión. Al parecer, las milicias habrían expulsado a 30.000 personas de la ciudad de Tawargha como venganza por los crímenes cometidos por algunos de sus habitantes Habrían saqueado y quemado las casas. El panorama es desolador porque son las propias milicias libias las que ahora ponen en peligro las esperanzas de un pueblo y ponen en evidencia la incapacidad de un gobierno. La historia no es nueva, pero no puede evitarse el pensar que quizás hemos sido un poco cómplices de esta situación y culpables de no llegar hasta el final.
Imagen: UggBoy♥UggGirl

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